Los dones de los cuentos (Paco Abril)
El cuento de noche para niños es un pasaporte imprescindible al país del sueño
Cuando leemos un cuento a un niño regalamos mucho más que tiempo y palabras. Los cuentos siempre son de hadas, aunque ellas no aparezcan en la historia, llevan parte de sus dones:
Don del afecto: Te cuento este cuento, porque te quiero. El solo hecho de contar el cuento es ya sinónimo de afecto, de apoyo y, al mismo tiempo de alimento a la permanente necesidad afectiva que tenemos los seres humanos.
Sentirse querido da más fuerza que ser fuerte.
Si nuestro hijo se siente querido, querrá jugar, conocer y descubrir el mundo, se sentirá más seguro, desarrollando su capacidad intelectual, creatividad, autoestima... Por eso las palabras de los cuentos, para que sean importantes para nuestros hijos, tienen que ser afectivas.
Don del Acercamiento a la Realidad: Los cuentos son la forma de contar la Verdad de otra manera; una manera que parece mentira pero no lo es. ¿Nadie se ha dado cuenta que si los cuentos fuesen mentiras, los niños serían los primeros en rechazarlos? Saben que la historia puede no ser cierta pero lo que ellos sienten al escucharla es real. Independientemente de donde transcurra la historia del cuento, si los personajes son pájaros que hablan, o la acción transcurre en un planeta inexistente, lo que les importa realmente a los niños es la Verdad de la que está impregnada esa historia. Hay que enseñar a nuestros hijos Verdades, aunque en pequeñas dosis, sabiendo ajustar nuestro lenguaje. A través del cuento, el niño comprende las tramas de la vida real, ya que en los cuentos, fundamentalmente, se utiliza un lenguaje ajustado a sus intereses, necesidades, etc. Para los niños es muy difícil descifrar algunas situaciones familiares. Por ello, el cuento se puede convertir en el mejor intermediario para interpretarlas.
Don de la Fuga: Los cuentos les permiten a los niños liberarse de la tensión de la realidad. ¿Cuántas veces pronunciamos la palabra no a nuestros niños? ¿O cuántas veces los recriminamos sin darnos cuenta de ello? Como paliativo, vaya la lectura de un cuento, y si es de risa y humor, mucho mejor. Nada como la droga natural de la alegría para que el niño “se fugue”, del estrés de la vida cotidiana. Proporcionamos alas a nuestros hijos, a través del cuento, permitiéndoles viajar a mundos desconocidos, y a la vez, escaparse de aquello que les angustia.
Don del consuelo: Se cuentan los cuentos para dormir el miedo, para calmarlo. El lenguaje de los cuentos es un masaje aliviador, toda vez que el lenguaje es una piel: “Yo acaricio mi lenguaje con otros”. Para que el don del consuelo haga efecto, se necesita dedicar tiempo y constancia a la lectura de cuentos.
Don del alivio: Los cuentos son un masaje aliviador y un espejo en el cual los niños pueden entenderse a sí mismos, por eso tienen que tener un final con una opción de esperanza.
Don de la Identificación: - Niñas y niños se ven reflejados en los cuentos como si estuvieran viéndose en un espejo. Ven como otros están pasando las mismas situaciones y se identifican con ellos: "Este personaje tiene miedo, cree que no va a poder salvarse, igual que tú. Pero mira, él ha conseguido salvarse, igual que lo puedes conseguir Tú". El niño no escoge al personaje por su heroicismo, sino por la mayor o menor identificación del mismo.
Don del Deseo de leer más: Si a los niños les ofrecemos cuentos que les fascinen, desearán seguir leyendo cuando aprendan a leer, porque han comprobado por ellos mismos que en los libros hay todo tipo de historias apasionantes.
Don del Conocimiento y de la Imaginación: - Los cuentos no sólo dan respuestas a las necesidades de los niños sino que también les suscitan todo tipo de preguntas. Las preguntas son la base para incitar a los niños a descubrir nuevos conocimientos, a construir su inteligencia. Por otra parte, los cuentos también desarrollan la imaginación, capacidad sin la que los hombres no hubiesen salido de su estado animal. Todo lo que nos rodea ha sido creado por el hombre, y a diferencia del mundo natural, el de la cultura es producto de la imaginación.